Esta Semana Atea, como diría más de uno que yo conozco, he tenido la oportunidad de estar rodeada de un mar infinito de montañas por segunda vez en mi vida. La primera fue hace un par de años, en el Tibet, en donde tomé la foto que aparece en la cabecera de mi blog y estuve 30 días viajando por China en bicicleta, inolvidable. Esta vez ha sido en Zermatt, en los Alpes suizos. Supongo que al igual que muchos de vosotros el tiempo no me ha acompañado, exceptuando el primer día del viaje, durante el cual disfrutamos de unas vistas increíbles desde Zermatt y pudimos ver por primera el Cervino imponente sobre el pueblo.
En dicho pueblo no pueden acceder coches y la gente se desplaza a pie, en bicicleta o transporte público. El tranporte público consiste en taxis y minibuses eléctricos, es decir, todo un derroche de tranquilidad el pasear por las calles del lugar. Y cuando sales del pueblo y subes a lo alto de las pistas, o de donde te plazca, a unos 3500 m de altura, las vistas te hipnotizan: el Monte Rosa (4634 m), es sin duda uno de los macizos más espectaculares de los Alpes, situado junto a su vecino el Matterhorn o Cervino (a caballo entre Suiza e Italia). Una de las múltiples cimas de 4000 m íbamos a subirla con esquíes de travesía los hombres de mi family y yo misma, pero el mal tiempo nos impidió alcanzar nuestro destino, una pena.
Pondré más foticos cuando me las pasen, por el momento estas son las que tengo, la de azul camuflada soy yo :)
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