17 febrero, 2009

La Ciclería


Hoy he tenido el placer de pasar un día con La Ciclería con el fin de ir recopilando vídeos de sus diversas actividades, maquetarlos y hacer unos cuantos que puedan usar para su propia promoción. Conforme los vaya haciendo los tendréis por aquí.

El día ha consistido en una de las unidades didácticas para 6º de Primaria donde la bicicleta ha sido el principal recurso educativo para el aprendizaje de matemáticas, historia, inglés, conocimiento del medio, educación física...mediante varios juegos ingeniosos. A pesar de conocer el contenido, ha sido estupendo disfrutar de las explicaciones de Pedrus y Arturo en el aula. Sus enseñanzas van más allá de la bicicleta: el respeto, la cooperación, el apoyo al compañero... son algunos de los valores que muestran de manera continua en la clase.

Los miembros de La Ciclería son un ejemplo de coherencia admirable en sus costumbres, sus enseñanzas, su consumo... y en la mayoría de los aspectos que os podáis imaginar. Es difícil encontrar hoy en día gente así, con tanta ilusión. Como "empresa" que se está intentando abrir paso en un sistema que no les gusta, rompen los moldes y sorprende gratamente su integridad y sus principios responsables y consecuentes que cualquiera que se acerque, podrá descubrir.

16 febrero, 2009

A pedalear por el Pirineo

Este fin de semana hemos estado de nuevo en Benasque, ha sido estupendo: risas, juegos, raquetas... no tengo ninguna fotografía todavía, pero ya llegarán. Ahora sólo quiero recordar que hoy a las diez se abre el plazo de inscripciones de la Quebrantahuesos/Treparriscos, en la que el año pasado disfrutamos tanto.

06 febrero, 2009

Hoy por segunda vez he leído la siguiente anécdota gracias a un profesor de un curso al que he asistido, para quien no la conozca merece la pena:
Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:
Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía: “Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro“. El estudiante había respondido: lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física. Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunte si deseaba marcharse, pero me contesto que tenia muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excuse por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: “coge el barómetro y lánzalo al suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un cronometro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio”.
En este punto le pregunte a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota mas alta. Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio. Perfecto, le dije, ¿y de otra manera? Si, contestó, este es un procedimiento muy básico: para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el numero de marcas que has hecho y ya tienes la altura. Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precesión. En fin, concluyo, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.
En este momento de la conversación, le pregunte si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

02 febrero, 2009

Cuatro días felices

Estos últimos cuatro días han resultado ser más que maravillosos: buen tiempo, buenas excursiones y sobre todo buena compañía.

El día de San Valero comencé con una pequeña paliza, Monzón-Benasque, en bicicleta tras tomar un regional que sale a las 6:27 de Zaragoza y que casi pierdo. El sueño del madrugón desapareció al ver el estupendo día que me esperaba y las montañas a las que me dirigía:

Así que a lo largo de la mañana tras un puerto e iniciando el Congosto de Obarra la nieve empezó a estar más cerca. A continuación os muestro un monasterio escondido al principio del segundo puerto:

Aunque dudo que os animéis a hacer la excursión, es una zona preciosa, sin coches, poco explotada, carreteras sinuosas y que merece la pena visitar aunque sea expulsando malos humos :)


Y tras algún esfuerzo que otro...

...acabamos la ruta en Benasque. Os dejo aquí el perfil y el mapilla de la excursión para quien se quiera animar.

Y este fue el primer día estupendo, pero aún había más . La parte buena vino cuando el Comité de Sabios, mis padres, mis tíos y Gandul, mi querido felino, llegaron a Benasque de manera escalonada.

El segundo día, el equipo hizo una excursión de unas 5 horas por la selva de Tuasa. El desnivel es de unos 700 m. El camino se inicia junto al pantano de Eriste donde están unos cisnes majestuosos. Está marcado en amarillo y blanco (PR). Se penetra en el bonito y umbrío bosque, de las faldas del pico Eresué. Se llega a un prado tras el cual se toma una senda que continúa ascendiendo. La excursión tiene una magnífica panorámica: sierra de Chía, collado de Sahún:


y un sinfín de avellaneras y abedules nevados:


El tercer día, con el equipo reunido, doce en total, fuimos a la Renclusa: muchos se estrenaban con las raquetas, las montañas cubiertas de nieve como pocas veces, el día soleado y la nieve perfecta. La ruta seguida partió de los Llanos del Hospital, por el camino de invierno el cual se toma antes de llegar a la Besurta y subiendo por la ladera derecha del valle. El retorno fue clásico por la Besurta (fondo del valle). Unas cuatro horas y media de excursión y risas. Torpemente se nos olvidó la cámara de fotos, pero un amable señor nos fotografió y nos ha enviado lo siguiente:

Una buena cena, un roscón para mi madre que cumplía años, una partida de tabú y a dormir.

Por último, el cuarto día realizamos una breve excursión bajo nubes amenazantes en la cual mi querido Gandul, cuya custodia comparto con mi querido Perikin, también se animó. Y a pesar de lo que su nombre pueda insinuar, no fue nada gandul. La excursión se llama los Tres Barrancos, sale del propio Benasque y tras un ascenso de una hora tienes una gran vista de todo el valle: