Tras una noche de risas y múltiples cumpleaños, me dirigí a casa con mi querida bici roja de ciudad, que me compré el día que terminé la carrera oficialmente y que me ha transportado eficazmente por toda Zaragoza durante los últimos años. Al parecer para alguien además de para mí, una bici vieja resulta muy atractiva en un garaje lleno de coches, y algún inoportuno decidió llevársela dejando la cesta negra como único recuerdo. No sé si el fin era sacar algunas perras con mi querido biciclo o simplemente hicieron el tonto y luego la dejaron tirada por algún lugar que no he descubierto, pero la maldita costumbre que tiene la gente de robar bicicletas me pone de mala leche. Tras una denuncia que no creo que sirva para recuperarla y un amigo paseándose por el rastro, creo que por el momento, sólo queda despedirme de ella:
Rachel entra en http://sariniylasamericas.blogspot.com/ y en algún sitio que Ana te dirá, estarán colgadas tus fotos de noches de fiesta
¡Qué penica! Yo también la echaré de menos, acostumbrado como estaba a verla como señal de que andabas cerca.
ResponderEliminarEs verdad que una bici aparcada entre un montón de chatarra, digo coches, es muy atractiva, y también lo es rodando por las calles, elegancia en estado puro (como es más notorio en la foto).
Al saberlo he revivido las emociones básicas de otra vez. Deseo que pronto la recuperes, o si no hay fortuna, la sustituyas, y le empezaremos a coger cariño también a la nueva.
Te podrán robar la bici pero no la ilusión de seguir disfrutando de tus paseos en ella.
ResponderEliminarEsperemos que al menos sirva para que alguien descubra todo lo que se estaba perdiendo.
¡Ánimo!