29 julio, 2010

Min lilla värld

De nuevo he sido recriminada por no actualizar mi blog todo lo que debería, y una vez más pido disculpas a mis queridos lectores que no se cansan de entrar a ver si he colgado algo. Hace un mes que ando lejos de las tierras de mañolandia. Mi llegada a Göteborg fue inmejorable, mi querida Anuchi me esperaba para cenar y ponernos al día durante 24 horas que estaríamos juntas. La ciudad también me recibió con sol, carriles bicis por todas partes, incluidos los alrededores, muy verdes y con varias islas y playas que visitar. Mi lugar de trabajo amplio y luminoso, con un compi de despacho alemán que me enseña excursiones en bici y le gusta nadar…todo tan perfecto que se han ido pasando los días sin darme cuenta.

Los suecos se parecen a la idea que tenemos, rubios y altos, en bici van que vuelan, si pones un pie en la calzada cualquier bus, tranvía, bici y si da la casualidad de que pasa un coche, se detiene enseguida. Las bicis las candan a sí mismas, confían en la gente y el estado, la sociedad es horizontal y están bien organizados, el trabajo está siempre por detrás de su vida personal, en cuanto brilla el sol salen a la calle y bajo la lluvia se quedan desiertas. En su contra diré, que tienen legalizadas unas bolsitas de nicotina, prohibidas en el resto de Europa, que se ponen bajo el labio superior. Eficaces para no molestar a los acompañantes con malos humos, pero que desprenden un chute de nicota en tu boca similar a fumarse tres cigarrillos a la vez. También son un poco guarretes cuando beben, y beben mucho, y dejan las cervezas siempre por la calle. El alcohol es carísimo y se compra en tiendas específicas que todavía desconozco, aunque mis queridas visitas han traído vinico y jamón para que no lo eche de menos. Y con el vino, han llegado las risas, las charlas, las noticias de mañolandia, el turisteo por la ciudad…y mi nostalgia, vamos, que sin mi pequeño mundo a mi vera, lugar perfecto no hay.